[:es]El ego crea las historias, el pequeño corazón las siente y la mente pequeña cree en ellas. Esto da nacimiento al pequeño yo. Cuando vivimos de las conversaciones del pequeño yo creamos una enorme energía estática. Este campo de energía toma la forma de sí mismo; Toma todo nuestro estado mental, emocional y etérico del espacio. Si mantenemos nuestra asociación con el pequeño yo vivo por unos años, creamos un campo muy fuerte de energía que impulsa a nuestra fuerza energética en la dirección de la ignorancia, del dolor y de desempoderamiento.

Las creaciones procedentes de las historias de nuestro pequeño yo, se convierten entonces en otra identidad. Esta identidad nos dicta qué hacer, cuándo hacerlo, qué no hacer y cómo deben hacerse las cosas. Está cargado con reglas, comandos y castigos. Nunca somos lo suficientemente buenos, nunca somos lo suficientemente exaltados, nunca lo hacemos bien y nunca tenemos razón. Hemos creado un tirano despiadado que busca constantemente más energía, más drama y más soluciones.

La parte triste de nuestra historia es que terminamos por creer que somos esta falsa identidad. Terminaremos actuando desde un lugar que hace las cosas más intensas, más dramáticas y más fuera de control. Actuar desde nuestro lugar de historias sólo crea un tremendo colectivo y enfermedad personal: la fragmentación.

Con un fragmentado yo, perdemos energía, inteligencia, claridad y nuestro centro. El pequeño corazón vive en una realidad fragmentada donde nuestra mente piensa de una manera, nuestras emociones de otra y nuestros comportamientos dicen algo completamente diferente. La energía procedente de esta fragmentación es desordenada, dañada, poco clara, manipuladora y agotadora.

Nuestras creaciones desordenadas crean repercusiones, consecuencias y impactos incompletos en nuestra vida y en la vida de otras personas. Esta fragmentación crea otro campo de energía que busca ser sanado, completado y entero. Este campo energético es nuestro corazón kármico o el campo de energía creado por las acciones del pequeño yo.

Cualquiera que sea nuestra creación, necesitamos abrazarla con el perdón, la conciencia y la verdadera compasión. Tenemos que darnos cuenta de que hemos hecho lo mejor posible en todas las circunstancias y que los resultados procedentes de nuestro pequeño yo son totalmente soportables. Necesitamos confiar en nuestra capacidad de crear desde un lugar de lucidez, de suavidad y de aceptación.[:]